viernes, 26 de enero de 2007

Octubre 2.005 Aeropuerto de Sabadell

Aeropuerto de Sabadell Octubre 2.005
Crónica de una muerte anunciada.
Cerca de 100 hectáreas en inmejorable situación, en la zona de mayor expansión urbanística del Vallés, es un bocado pantagruélico que ningún tiburón inmobiliario va a despreciar. Esto es la guerra, y vale todo. Recursos y aliados no van a faltar. Cuando se huele el DINERO en mayúscula, los escrúpulos se guardan debidamente para mejor ocasión. Incluso las obligaciones de organizaciones y de la propia administración se aletargan cuando no hay una clara dejación de éstas. Los derechos históricos, la utilidad pública, los beneficios tanto económicos como sociales aportados a la región durante décadas por el Aeropuerto de Sabadell son pisados y barridos por la voracidad de la especulación inmobiliaria.
Durante los diez últimos años, las obligaciones emanadas de las distintas leyes de servidumbres aeronáuticas han sido ninguneadas por los ayuntamientos circundantes con la cómplice pasividad en su vigilancia por parte de la administración competente (AENA y la Dirección General de Aviación Civil). La Generalitat de Catalunya ha aprobado reordenamientos del territorio, requeridos por los municipios, sin aplicar las medidas de prevención sobre servidumbres aeronáuticas emanadas de las leyes, de las recomendaciones internacionales y mucho menos del sentido común. De toda la cadena de administraciones implicadas, es difícil comprender como ha cedido el eslabón supuestamente más fuerte; el Ministerio de Fomento, quien debiera ser garante de la construcción, mantenimiento y funcionamiento de las infraestructuras de interés público en el estado Español.
Un accidente de aviación es resultado de una cadena de incidentes y fallos que no pueden ser resueltos a tiempo. Un solo incidente o fallo muy raramente puede acabar en accidente. Esta vez, cuatro muertos, entre ellos nuestro socio y piloto Albert Galvany han hecho estallar la burbuja. Indignante ha sido la reacción de la administración quién ha castigado con el cierre de las instalaciones a quienes han sido disciplinados y cumplidores de la Ley. Enumeremos la cadena de fallos e incidentes que han acabado produciendo esta dolorosa catástrofe.
Durante los casi 80 años de existencia del Aeropuerto de Sabadell, ésta no es la primera vez que se pretende el “mobbing” inmobiliario. Tampoco han aparecido en una noche las más de treinta obstrucciones que se han detectado oficialmente esta semana. Hoy, el aeropuerto está en estado de sitio. Durante la gran expansión inmobiliaria de los años 80, parecía entendido que debían dejarse libres de edificios de viviendas los conos de servidumbre en las prolongaciones de la pista del Aeropuerto de Sabadell. A finales de los 90, la ley de servidumbres aeroportuarias se enriqueció siguiendo las recomendaciones de los organismos internacionales sobre usos compatibles de los terrenos circundantes y la determinación de la huella acústica que comporta el movimiento de las aeronaves. Queda claro que poner viviendas en la senda de aproximación y despegue a menos de tres kilómetros de cabecera de pista, es un uso inadecuado del territorio y una provocación para generar conflictos con los vecinos. Si el cerco se completa, no queda procedimiento de tráfico posible para evitar molestias al entorno.
La Generalitat de Catalunya debería haber sido más cauta y considerada a la hora de recalificar el uso del territorio donde se asientan las nuevas edificaciones de Mas Duran. AENA y la Dirección de Aviación Civil deberían haberse significado en el periodo de exposición pública. El Ayuntamiento de Sant Quirze debería haber sido más sensible en el uso de su territorio. Máxime cuando el Ayuntamiento recibió la denegación de la autorización de una grúa de 24 metros por parte de la autoridad competente (DGAC), no debería haber permitido que se levantaran no una sino tres grúas y de mayor altura. El constructor, a sabiendas de la denegación del permiso, no debería haberlas instalado. Una vez levantadas las grúas, estando enclavadas en la zona de servidumbre y prácticamente en senda de aproximación y despegue, la autoridad competente designada por Ley (Dirección General de Aviación Civil y AENA) debería haber obrado de oficio haciéndolas demoler. El Ayuntamiento de Sant Quirze debería haber hecho cumplir la Ley al constructor.
Es decir, según mi opinión y como trato de demostrar, si cada responsable hubiera hecho lo que debiera, no se hubiera producido el accidente, y cuatro personas no hubieran perdido la vida.
Una vez producido el accidente mortal provocado por la grúa ilegal, el Ministerio de Fomento debería haber actuado con la máxima celeridad y ecuanimidad, haciendo desmontar inmediatamente los obstáculos peligrosos y restableciendo a la mayor brevedad la normal operación del Aeropuerto de Sabadell dictando los procedimientos necesarios para establecer circuitos de tráfico seguros. Los helicópteros tienen marcadas sendas de aproximación y despegue distintas de las de los aviones de ala fija. ¿Porqué cerrar el aeropuerto a toda operación?
Más de una semana de cierre ahoga progresivamente la economía de las empresas que operan en el Aeropuerto y afecta gravemente las proveedoras externas que parcial o totalmente dependen de la actividad aeroportuaria. Más de trescientas cincuenta personas de forma directa, se verán abocadas al paro. Se perderán inversiones multimillonarias. Se cerrarán entidades, escuelas, talleres y negocios. Todo el futuro del sector quedará tocado de muerte y habrá perdido toda credibilidad en nuestro País.
La mitad de los pilotos comerciales que hoy nos transportan con Iberia, Spanair, Air Europa y las demás compañías de aviación comercial, han sido formados en el Aeropuerto de Sabadell. Gran parte de los mecánicos que revisan los aviones en los que viajamos por el mundo entero se han formado en el Aeropuerto de Sabadell. En España, si desaparece el Aeropuerto de Sabadell, solo quedará Cuatro Vientos (Madrid) como Aeropuerto de Aviación general significativo, cuna de nuevos pilotos y mecánicos, y no sabemos hasta cuando. El precedente de Sabadell dará sin duda alas a la presión inmobiliaria en Cuatro Vientos.
Hace ya tiempo que la venta de viviendas en el entorno incluye la promesa explícita del vendedor sobre el inminente traslado del Aeropuerto. A pesar de la gravedad, permítanme expresar que las viviendas deberían incluir en su precio una pancarta a favor del cierre del Aeropuerto.
He volado centenares de horas viendo la construcción de nuevas centrales nucleares en nuestro vecino País. Algunas de ellas realmente cerca de nuestras fronteras. Compramos su electricidad (somos claramente deficitarios), pagamos la moratoria nuclear en España y acabaremos pagando cuota de Kyoto a nuestros proveedores de electricidad, ya que una central nuclear no produce CO2 (sí una de ciclo combinado). En lo que tampoco nos ponemos de acuerdo es por dónde pasará el cable que nos traerá la necesaria energía. Ya lo decidirá … ¡Madrid! No nos decidimos a asumir el reto de investigación y desarrollo en la seguridad sobre la producción nuclear, y ahuyentamos el peligro demagógicamente, ya que estamos dentro del radio de acción del posible (aunque cada vez menos probable) desastre.
No queremos asumir que toda ventaja conlleva inconvenientes, uno de ellos el riesgo de su uso y disfrute. Ello produce indefinición en el modelo de País que necesitamos y queremos. Por lo tanto las decisiones sobre sus infraestructuras son insuficientes por escasas, erráticas, y obedecen al oportunismo político cuando no a la más pura demagogia. Las presiones de intereses contrapuestos son legítimas y hasta sanas en una sociedad democrática. El debate y el diálogo encaminado a soluciones reales dentro de la normalidad es no solo deseable, sino necesario. No es en cambio de recibo la falta de rigurosidad técnica y el comportamiento supuestamente ilegal y partidista de algunas administraciones en beneficio de confesados intereses políticos y probablemente de menos confesables intereses de otra índole.
En este contexto se inscribe el cierre del Aeropuerto de Sabadell.
El diálogo es imposible con la cabeza bajo el agua, mientras te ahogan.
Los muertos están enterrados. Las víctimas castigadas. Algún precio había que pagar por este nuevo Eldorado.
Roger Sangenis Bermejo
Vicepresidente del Aeroclub Barcelona Sabadell
Piloto Privado.

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