viernes, 26 de enero de 2007

Carta por Via Aérea nº 1

Carta por via Aérea nº 1.

Querido amigo: En tu anterior carta me preguntabas que tal se vuela en mi País. Me sorprendió ésta pregunta y me hizo reflexionar; tú nunca planteas cuestiones menores. Y es cierto que cualquiera de nosotros adaptamos nuestras actividades al entorno. Uno come, bebe, duerme, ama, vuela … Cada uno a su manera. Pero el lugar nos influye. El entorno nos condiciona y por tanto comemos, bebemos, dormimos, amamos y volamos de forma distinta en cada lugar. Yo siempre he mantenido que no conozco verdaderamente un País hasta que he amado en él. Como bien sabes, supuestos amigos listillos y malintencionados han interpretado muy a la ligera este concepto.

Entiendo la profundidad de tu pregunta. A partir de ahora no sentiré como realmente conocido un País hasta que haya amado y volado en él. Siendo éstos los dos actos vitales más gratificantes, el entorno, las formas y los condicionantes pueden llegar a malograr su conclusión y recuerdo.

Pues en nuestro País se vuela con el corsé puesto y sin quitarnos los calcetines. El ojo que todo lo ve, no permite un momento de intimidad. El principio de autoridad que ha abandonado excesivamente nuestras aulas, se ha concentrado en reductos donde, cuales pozas en periodo de sequía, lo acogen, potencian y cristalizan, extralimitándolo. La sensibilidad y el pudor se han evaporado llevándose consigo su parte alícuota de inteligencia y humanidad, transformando en eral los verdes campos donde pretendíamos retozar. El benevolente entorno del aficionado apasionado, se ha mercantilizado hasta extremos abusivos que hacen olvidar que estamos donde estamos porque lo sentíamos y es donde deseábamos estar. El no por el no, el no porque no estoy yo, el no por miedo, el no por interés, el no porque da poder sobre los que piden el si; estamos en el País del no. Y así nos va, y lo que es peor, así nos va a ir. En este tren, los retrasos se acumulan y nunca se pueden recuperar. Francia vuela ininterrumpidamente desde hace un siglo. Nosotros tuvimos un “parón” de 40 años. Un retraso que debería espolearnos para no quedar aún más rezagados.

Nuestro deseo es volar y amar bien y mucho. El entorno nos empuja a hacerlo poco y mal. Porque mal se vuela, mal se ama, cuando gozo, complicidad y libertad se tornan tristeza, temor y rigidez. Porque mal vamos a llegar al éxtasis, al festival aéreo de La Patrona, a la explosión de nuestro placer, si nos sentimos acosados, hostigados y perseguidos cada vez que nos atrevemos a sonreír.

Te deseo magníficos vuelos, y recibe mi más cariñoso saludo de un amigo piloto, que lo es y quiere seguir siéndolo.

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